martes, 11 de noviembre de 2014

Juzgar

Qué acción tan dura y con qué ligereza se practica y se dirige hacia alguien. ¿Quiénes somos para juzgar a nadie?. ¿Quién está libre de pecado? 
“No juzgues y no te juzgarán”
Hagamos de esta máxima un hábito.

La mala costumbre de escuchar a los demonios de la mente provoca el hablar sin saber, y el juzgar sin conocer. Nunca podemos juzgar las acciones de los demás, ya que cada uno de nosotros las podemos interpretar de forma errónea. 
Lo bueno y auténtico es discernir o entender “¿por qué lo dijo?”, “¿por qué lo hizo?

Tendemos a culpabilizar a las personas gratuitamente, con una soltura y agilidad que nos impide darnos cuenta en ese momento de los vínculos energéticos que estamos enviando hacia esa persona y al mismo tiempo a nosotros mismos. Cuando juzgamos a alguien estamos creando una sinergia de negatividad, ira o rabia que inunda el aura y el espacio de nuestro propio yo y el de la persona que le enviamos ese mal, sea verbalmente o de pensamiento. 

Todo ello nos ensucia nuestro interior (nuestras emociones) y exterior (nuestro cuerpo físico), además de producir un karma negativo con la otra persona.
Los mejor es que, al recibirlo, no prestemos atención a ese impulso y lo dejemos pasar y, por más duro que sea, perdonemos dicha acción. De esta manera, sólo la persona que lo proyecta se quedará con esa emoción negativa y será su propio albedrío que lo “depositará” en algún lugar de su cuerpo.

Piensa que el arma más poderosa de los pobres de espíritu es el juzgar y la envidia. Y aunque esto no lleve a ningún sitio, puede intimidar a los vulnerables y enojar a los más fuertes. 
¿Qué estamos enseñando a los niños?, ¿qué están aprendiendo de los mensajes que cada día escuchan a su alrededor? ¿Somos conscientes que, actuando así, estamos creando una sociedad de mentiras, de falsas esperanzas, de desaliento y tristeza? 
Es por ello que lamentablemente cada vez son más las personas que se sienten deprimidas y perdidas en el camino de la vida. 

Relajémonos, liberémonos de tensiones y prejuicios, cultivando y dejando que fluya la energía del amor entre todos. Hagamos nuestra existencia más sencilla, fructífera y gratificante. Es labor de todos sembrar el bien y el amor, no la maldad y los prejuicios
Comprometámonos a hacer una sociedad mejor.

Núria Fernández Sala