martes, 11 de noviembre de 2014

Juzgar

Qué acción tan dura y con qué ligereza se practica y se dirige hacia alguien. ¿Quiénes somos para juzgar a nadie?. ¿Quién está libre de pecado? 
“No juzgues y no te juzgarán”
Hagamos de esta máxima un hábito.

La mala costumbre de escuchar a los demonios de la mente provoca el hablar sin saber, y el juzgar sin conocer. Nunca podemos juzgar las acciones de los demás, ya que cada uno de nosotros las podemos interpretar de forma errónea. 
Lo bueno y auténtico es discernir o entender “¿por qué lo dijo?”, “¿por qué lo hizo?

Tendemos a culpabilizar a las personas gratuitamente, con una soltura y agilidad que nos impide darnos cuenta en ese momento de los vínculos energéticos que estamos enviando hacia esa persona y al mismo tiempo a nosotros mismos. Cuando juzgamos a alguien estamos creando una sinergia de negatividad, ira o rabia que inunda el aura y el espacio de nuestro propio yo y el de la persona que le enviamos ese mal, sea verbalmente o de pensamiento.