¡Hola a todos!
En esta ocasión me gustaría hablaros del amor.
Qué bien más preciado, el amor, y ¡qué pocos lo pueden manifestar
con todo su esplendor!. Sólo los que sois "de corazón" sabéis lo que
es amar y ser amado.
Y ahora seguro que os estáis preguntando: ¿Qué es una
persona "de corazón"? Pues aquella que vive, piensa y siente con las
emociones de su corazón. El resto, como siempre digo, son terrenales y viven, piensan y sienten con la mente.
El amor más puro y noble es el de los niños y el de los animales,
ya que no experimentan los demonios de la mente. Ellos no se los cuestionan,
simplemente lo viven.
Para decir "te quiero" se necesita sentir como nuestro
corazón late, y late con tanta fuerza que parece que quiera estallar. Si no
sucede así, ese amor es ficticio. En realidad, es la mente la que habla y no el
corazón, que es el que siente.
Aprendamos a amar, empezando primero por uno mismo. Y desde ahí a
amar aquello que nos rodea. Todo merece ser amado: quienes nos llevaron a esta
vida, la tierra que pisamos cada día, o la gente con la que compartimos nuestro
camino de la vida.
Y no hay que esperar a que lleguen los días señalados, como San Jordi
o San Valentín, para demostrar el amor hacia los seres queridos y hacerlo
"porque toca". La muestra de afecto sincero es una acción impulsiva
que la podemos hacer cada día.
Frecuentemente, a causa de una mala experiencia afectiva vivida en
el pasado, os negáis a volver a experimentar estas emociones. ¿Por qué os
castigáis tanto?
Debéis tener en cuenta que no todas las almas son iguales. Muchas
veces, esta rabia y este duelo mal llevado no os permiten encontrar el amor de
vuestra vida.
¿Sabéis por qué tanta gente, cuando inicia una nueva relación,
repite el mismo patrón de alma y persona? Porque no ha querido de verdad. La
reflexión debería ser la siguiente: ¿para qué quiero una pareja: para sentirme
querid@ o para no estar sol@?
Entre todos debemos rellenar este mundo de luz en nuestras almas y
mucho amor para que la sociedad se purifique y cambie.
Núria Fernández Sala