martes, 17 de junio de 2014

¿Cómo conseguir el equilibrio interior?

Lo primero que hay que saber, como ya os he comentado en más de una ocasión, es que cada uno de nosotros somos un alma. Ésta se nutre de las emociones y se comunica con nuestro corazón.

Por otra parte, tenemos la mente: el peor enemigo del ser humano. En ella habitan "los demonios", que nos paralizan, que no nos dejan tomar decisiones ni evolucionar. Y, cuando tomamos decisiones en este estado de desequilibrio, actuamos erróneamente en nuestra vida.

La gente a menudo me pregunta: "¿Cómo puedo ser feliz?". Y yo siempre contesto: "La felicidad no existe".

Soy de la opinión que la felicidad es un producto que nos ha vendido la sociedad, como también nos vendió que en 2012 el mundo se acabaría...¡y todavía estamos aquí!. Si os fijáis, siempre quieren manipularnos y que tengamos miedo.

Lo mejor que puede tener una persona es la paz interior. Y os preguntaréis: "¿Cómo la puedo obtener?". Sencillamente, estando limpios de:
  • Rabia: la rabia sólo nos " ensucia.
  • Negatividad: la negatividad nos anula.
  • Miedos: nuestros miedos paralizan.
  • Ego: el ego no nos deja ser auténticos.
  • Envidia: mientras nos "distraemos" pensando en lo que tienen los demás, no valoramos quienes somos ni todo lo que tenemos.
  • Inseguridad: nuestras inseguridades no nos dejan crecer ni amarnos.
Si nosotros somos capaces de tener controlados estos aspectos que acabo de mencionar, podremos sentir la paz de nuestro alma.

Cuando nuestra mente está en calma, podemos escuchar los mensajes de nuestra alma. Sentimos un equilibrio interior que nos permitirá tener una buena evolución y darle sentido a nuestra vida.

Además, esto hará que nuestra alma, cuando vuelva a nacer, se convierta en un alma más evolucionada, fuerte ya prueba de cualquier reto u obstáculo que le aparezca en la próxima vida.

Por esta razón nos encontramos niños que, desde muy pequeños, por la forma cómo actúan o se expresan parecen "viejos " ... pero de eso os hablaré en un próximo artículo.

Núria Fernández